martes, 30 de mayo de 2017

Reflexiones de futuro (o no) sobre educación permanente

Este mes de mayo he tenido la inmensa suerte de compartir con cerca de treinta docentes de centros de adultos de Baleares varias jornadas de formación. Todavía con los ecos de la última jornada dando tumbos en mi cabeza, aquí van, así, a lo loco, algunas ideas generales sobre lo asimilado durante estos días.

Un amplio colectivo de docentes de la etapa coincidimos en la necesidad de cambio para adaptarnos a una nueva realidad socioeconómica y profesional. El concepto de escuela de adultos tradicional ha mutado hacia nuevas formas y, por tanto, cabe dar respuesta a esta nueva realidad educativa.

Por otra parte, existe una corriente de opinión -hablaría de clamor, casi- que coincide en la necesidad de visibilizar nuestra etapa educativa y de conseguir prestigiar nuestra práctica profesional. Estamos totalmente al margen del foco mediático educativo y esto, además del malestar generado por el ninguneo perpetuo, afecta notablemente a nuestras posibilidades de crecimiento y expansión futuras. ¿Cómo mantener matrículas y luchar contra el absentismo si ni la propia administración nos promociona?

En tercer lugar, creo que, en líneas generales, desde los centros de formación de personas adultas se asume el reto de luchar contra el absentismo y de, en la medida de lo posible, buscar nuevas fórmulas que permitan a nuestro alumnado combinar su formación con su día a día. Mayor flexibilidad, innovaciones metodológicas, promoción de la autoformación o ciertos cambios organizativos pueden ser algunas respuestas al absentismo por parte de los centros. Eso sí, teniendo claro que el día a día del estudiante adulto es el que es y que existen motivos generadores de abandono que no está en nuestra mano atajar.

Otro aspecto importante se centra en la reivindicación de una actualización legislativa por parte de la administración en la que se tenga en cuenta la voz de los profesionales de la etapa. Y es que desde la experiencia del día a día podrían aportarse interesantes soluciones que dotaran a la educación permanente de una flexibilidad y capacidad de adaptación mayor a las nuevas realidades sociales y económicas.

Percibo, además, un compromiso potente por fomentar formas de trabajo compartidas y colaborativas a partir de las cuales establecer proyectos comunes que creen identidad en los centros. Cada escuela es un mundo, pero la realidad es que el profesorado y los equipos directivos presentes en las jornadas me han transmitido esa sensación de querer dar un revolcón a determinadas dinámicas que se producen a diario en nuestros centros educativos.

Quizá detecto también, tras esas ganas de cambio, un cierto pesimismo y descreimiento hacia el papel de la administración en todo este proceso y hacia las propias posibilidades de los centros como agentes de cambio. Me temo, además, que se trata de un factor que puede resultar paralizante. Sin duda que existen motivos para justificar ese pesimismo, pero tengo la sensación de que quizá es el momento de aportar ideas, proyectos y soluciones más que de enzarzarse en discusiones que no llevan a nada.

Por otro lado, me parece que existe una voluntad manifiesta de hacer red, de establecer alianzas entre centros y de buscar soluciones compartidas que permitan, además, aprovechar las experiencias y conocimientos de otras instituciones y profesionales. Será, sin duda, una buena noticia que se potencien las iniciativas ya existentes y se creen nuevos espacios de intercambio.

Intuyo que en todo este proceso las políticas de formación van a jugar un papel determinante para afrontar con garantías de éxito todos estos nuevos retos. Será vital, pues, coordinar planes de formación útiles, prácticos y motivadores que permitan dotar a cada centro de los conocimientos y competencias necesarios para iniciar este proceso de cambio.

Y, por último, percibo la voluntad de los centros de trabajar con y para el entorno, de apoyarse en la comunidad para buscar soluciones y recursos pero también para ofrecer soluciones a las distintas problemáticas que puedan existir.

En definitiva, un mes de mayo de mucho trabajo pero enormemente gratificante y motivador. Seguiremos con mucha atención el devenir de la formación de personas adultas en Baleares y, por supuesto, continuaremos trabajando desde nuestro pequeño rinconcito, también mediterráneo.

Una abraçada a totes!


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